SEn las alturas de Davos, un rico pueblo del cantón de los Grisones, en el extremo este de Suiza, un enorme hotel del año 1900 domina el complejo. Es en estas alturas alpinas donde Thomas Mann dibujó el paisaje de su montaña MAGICA. Un jeune ingénieur de Hambourg y découvre la vie des « gens d’en haut », ces grands bourgeois, reclus dans leur monde confortable, qui équilibrent constamment entre le rêve des Lumières et la conscience d’un déclin inéluctable, à la veille de la primera Guerra Mundial.
Davos no ha perdido nada del encanto venenoso que describe Thomas Mann. Cada año, la gente de arriba vuelve a frecuentar el lugar para lamentar las miserias del mundo… y hacer buenos negocios. Desde su creación en 1971 por Klaus Schwab y su transformación en 1987 en Foro Económico Mundial, ha reunido durante una semana a la élite empresarial y política.
Un año más, del lunes 15 al viernes 19 de enero, cerca de 2.800 empresarios, intelectuales y políticos se reunirán para hablar sobre el progreso del mundo. Desde su surgimiento, durante las décadas de 1990 y 2000, el foro ha simbolizado el surgimiento de un mundo sin fronteras, pacificado por un comercio amable, donde políticos y comerciantes trabajaron en la misma dirección.
“Divisiones sociales”
Creíamos que el principio de este foro había sido superado por los tres acontecimientos que han sacudido el capitalismo global en cinco años: la confrontación chino-estadounidense, la crisis sanitaria y la guerra en Ucrania. El incendio lleva mucho tiempo ardiendo, pero ahora está extendiendo sus llamas. “Nos enfrentamos a un mundo fracturado y a unas divisiones sociales que exacerban, lo que lleva a la propagación de la incertidumbre y el pesimismo. Necesitamos reconstruir la confianza”, asegura Klaus Schwab a modo de bienvenida. Davos intenta mantener unidos los lazos de un tejido muy deshilachado. Y para aquellos que dudan del interés y del éxito de una manifestación al final del curso, el profesor de 85 años enumera la impresionante lista de empresarios y políticos que han vuelto a tomar el camino hacia la estación de Graubünden.
El miércoles 17 de enero nos reuniremos con un Primer Ministro chino, sus homólogos de Corea del Sur, Vietnam, España, Irlanda y los Países Bajos, un Secretario de Estado estadounidense, un Presidente de la Comisión Europea, un Presidente argentino recién elegido, un polaco derrotado , otros presidentes y emires del Golfo, África, Israel. Una forma de “Naciones Unidas de Negocios”. Con menos protocolo.
El único ausente notable es Rusia, condenada al ostracismo por Europa y Estados Unidos. El enemigo ucraniano estará muy presente en la persona de su presidente, Volodymyr Zelensky. Emmanuel Macron también viajará, flanqueado, en ausencia de ministros, por los presidentes de cuatro regiones francesas (entre ellas Valérie Pécresse, presidenta (Les Républicains) de Ile-de-France) y una veintena de jefes de empresas emergentes para elogiar la atractivo del país en este prestigioso año marcado por los Juegos Olímpicos de París.
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