Ian Graham (Gales; 45 años), hasta hace unos meses director de investigación del Liverpool, es una de las mentes más agudas de la industria del fútbol, pero tarda un día en ver un partido. Empieza cuando se juega, pero no termina hasta el día siguiente. “No puedo fiarme de mis ojos”, dice en una videollamada. “Hasta que veo todos los datos al día siguiente, no siento que puedo entender bien el partido”. Graham también es doctor en Física teórica por la Universidad de Cambridge. Lo que se ve no es todo lo que hay, enseña esa ciencia.
Graham levantó buena parte de la reputación de su departamento en el Liverpool, el más reverenciado, sobre ese territorio fuera de la vista. Allí encontró a Jürgen Klopp, a Salah, a Firmino y a Mané, por ejemplo. “Cuando los fichamos, no eran jugadores perfectos desde el punto de vista del entrenador, o de un ojeador. Algunos de esos jugadores nunca habrían llegado si no hubiera sido por el análisis de datos. Tuvo un papel en el éxito del Liverpool”.
Llegó en la temporada 2012/13 a un club que el curso anterior había terminado octavo en la Premier League, a 37 puntos del campeón, el Manchester City. Siete cursos más tarde, volvieron a llevarse el título, 30 años después de la última vez. Además, ganaron una Champions (2019) y perdieron otras dos finales (2018 y 2022), ambas contra el Real Madrid.
Seis meses después de la última, puso fin a más de una década con los Reds para instalarse por su cuenta. Fundó Ludonautics, y sus destrezas en el análisis de datos se encuentran ahora al alcance de cualquier equipo. “Quiero ayudar a otros clubes a hacer lo mismo que hice en el Liverpool”.
Para aflorar lo invisible, ideó una métrica a la que llamó goal probability added (probabilidad de gol añadida). En el fútbol, los goles son algo bastante raro, de modo que buscó otra manera de medir cómo de valioso para el equipo es lo que hace un futbolista, sin fiarlo todo a los goles y las asistencias. “Digamos que tienes el balón en el centro del campo, sin presión. La pregunta que se hace el modelo es: ¿Qué probabilidad hay de que marquemos? Tomamos tu situación y miramos en miles de partidos cuántas veces se ha dado. Pongamos que son 1.000. ¿Cuántas acabaron en gol? Cuatro. La probabilidad de marcar es de 4 entre 1.000. Entonces me la pasas, y hacemos la misma pregunta: cuántas veces ha acabado en gol una posesión desde ahí. Esta vez es 17 entre 1.000. Así que has añadido 13 goles de 1.000 con tu pase. Pero si en lugar de eso la hubieras perdido, entonces no puedes marcar. Y nos puede costar un gol”.
Aunque con los datos no basta. “El buen análisis de datos no es suficiente. Tiene que ser parte integral del proceso de toma de decisiones con los fichajes”, dice. En el Liverpool, trabajó en un contexto favorable, con su jefe, Michael Edwards, el director deportivo; y los propietarios, Fenway Sports Group, dueños también de los Boston Red Sox, representados en Inglaterra por John Henry, uno de los personajes retratados en Moneyball. “Cuando los datos decían: ‘No fiches a este jugador’, o ‘vende a este’, o ‘por favor, por favor, Mo Salah es el que hay que fichar’; escuchaban”.
El caso de Firmino es uno de los que más le gusta explicar a Graham, muy reacio siempre a las entrevistas. “La razón de que estuviera un poco más escondido es que apenas había jugado con Brasil”, recuerda. “No marcaba mucho en el Hoffenheim, un equipo de mitad de la tabla. La gente no sabía si era un extremo, o un diez, o un delantero centro, y eso les asustaba. Pero desde el punto de vista de los datos, esas eran fortalezas del jugador”.
Cuando contrataron al brasileño en el verano de 2015, con Brendan Rodgers aún en el banquillo, Graham y Edwards mantenían parte de sus operaciones lejos del radar. “Algunos jugadores se fichaban solo porque los quería Brendan. Y algunos porque Michael y yo pensábamos que necesitábamos fichar algunos buenos jugadores, además de los que quería Brendan”. Cuando aparecía uno, lo pasaba por otro filtro: “Tomábamos nuestro equipo, añadíamos al jugador, simulábamos la temporada siguiente y veíamos: ‘Vale, este jugador nos daría dos puntos más, un 10% más de opciones de clasificarnos para la Champions’. Eso nos permitía calcular también su valor monetario”.
Incluso Klopp llegó de una exploración de Graham para sustituir a Rodgers. En su última temporada en el Borussia Dortmund, terminaron séptimos en la Bundesliga, a 33 puntos del campeón, el Bayern Múnich. Pero los datos de Graham decían que lo habían hecho mucho mejor de lo que se veía: “El Dortmund había sido increíblemente desafortunado”, dice al recordar su primera reunión con el técnico, ya en Liverpool. Le contó lo que había visto, sin mirar apenas una imagen de sus partidos. “Creo que Jürgen no se había dado cuenta del todo de cuánta mala suerte habían tenido, así que psicológicamente fue una reunión importante. Le estaba diciendo: ‘Jürgen, aún eres muy bueno. ¿Sabes qué? A veces los equipos tienen muy mala suerte’. Eso fue el Dortmund. Los datos son ese factor de calma que dicen que lo que importa es la trayectoria a largo plazo, no si ganamos o perdimos ese partido en concreto”.
Klopp recibió una de las mejores contrataciones del Liverpool con Graham. “Mo [Salah] no era la primera elección de Jürgen para esa posición”, recuerda. En realidad, no era el tipo más deseado en la Premier. “Mo fracasó en el Chelsea [de 2014 a 2015], y ningún director deportivo quería tocar un fracaso”. Graham creía que se equivocaban. Sus métricas decían que era uno de los futbolistas que más acercaban al gol. Ya intentaron ficharle en 2014, cuando jugaba en el Basilea, pero Abramovich se adelantó. No disponían de datos detallados de la liga suiza, así que estudiaron sus partidos en Europa. “Tenía 20 años y era como un extremo de nivel medio de la Premier. Si estás en la media con 20 años, con 24 o 27 tienes muchas opciones de estar muy por encima. Y así ha sido la carrera de Mo”.
Había una explicación para su aparente fracaso. “No jugaba. ¿Por qué no jugaba, quién estaba por delante de él en el Chelsea en 2014? Eden Hazard. Si yo hubiera sido el entrenador del Chelsea, también habría puesto a Hazard por delante de Mo. Así que no es que Mo hiciera algo mal. Había una excusa razonable para que no jugara”. Pero hubo algo más que les convenció: “Los datos no son la respuesta completa. La otra cosa es la personalidad. El trabajo de Michael Edwards era tomar los datos, el análisis de vídeo, la información financiera y la de la personalidad del futbolista y tomar la decisión. Me dijo que Mo Salah era el futbolista más profesional y más dedicado que había conocido. Y estaba loco por tener éxito en la Premier y demostrar que estaban equivocados”. Y lo hizo.
En el Liverpool Graham influyó sobre todo en los fichajes —”ahí está el dinero”—, pero muchas de sus herramientas sirvieron para ayudar en el estudio del juego. “Lo primero, en el análisis post partido, con goles esperados totales, amenaza esperada total, si tuvimos suerte o mala suerte. Pero en lo que fue más útil fue en el análisis de rivales. Al especialista en balón parado, los datos podían darle información de los peligros del rival en los córners”.
¿Tuvo algo que ver en el saque de esquina con el que eliminaron al Barcelona en la semifinal de la Champions de 2019, tras perder 3-0 de la ida? “No. Todo el crédito tiene que ser para James French, el analista de rivales. Con el vídeo, se dio cuenta de que los jugadores del Barcelona, cuando concedían un córner, empezaban a quejarse al árbitro, a hablar entre ellos… Los recogepelotas tenían instrucciones de devolver el balón enseguida. Me encantaría poder decir que fui yo, pero no fui yo”.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites
_