Se trata de un paso decisivo que la start-up Vulkam y su presidente y cofundador, Sébastien Gravier, están a punto de dar. Creada en 2017 en el campus universitario de Gières (Isère), en las afueras de Grenoble, la pyme dará el salto industrial durante el año, con la colocación de la primera piedra de su futura fábrica de producción en la primavera de 2024.
Anunció, el lunes 15 de enero, una recaudación de fondos de 34 millones de euros, de los cuales 14 millones de euros complementados por el fondo para proyectos industriales de Bpifrance, en el marco del plan Francia 2030. La mesa redonda también incluye a inversores como el Groupe SEB, Inco Ventures y Los fondos UI Investissement, BNP Paribas y Crédit agricole.
Vulkam aspira a convertirse en uno de los artesanos de “La revolución en la metalurgia del siglo XXI.mi siglo «, según su fundador, de 44 años, normal de formación y ex investigador en mecánica especializado en metalurgia. Vulkam desarrolla los llamados metales “amorfos”, es decir, aleaciones cuya organización atómica ha sido modificada para hacerlos más eficientes.
Comercializados bajo el nombre de Vulkalloys, estos metales son “tres veces más fuerte, dos veces más flexible y dos veces más ligero” que los tradicionales, y suministro de piezas de alto valor añadido para la industria espacial, médica y de lujo, particularmente en relojería. “Nuestra estrategia es empezar con piezas pequeñas y de altísima precisión tecnológica, para luego fabricar volúmenes mayores, una vez optimizada la herramienta industrial”explica Sébastien Gravier.
Dimensión ambiental
Vulkam nació en el seno del Laboratorio de Ciencia e Ingeniería de Materiales y Procesos, dependiente del CNRS y de la Universidad de Grenoble. La start-up, que ya ha presentado nueve patentes desde 2017, abandonará la fase de creación de prototipos para iniciar la fase de industrialización de sus procesos, en particular la de termomoldeo de metales de alta precisión, que permite fabricar piezas únicas.
Una tecnología disruptiva que tiene una dimensión medioambiental: la fabricación de Vulkalloys se realiza sin combustibles fósiles (la fusión de metales es eléctrica) y el termomoldeo permite la fabricación directa, sin operaciones de mecanizado adicionales y, por tanto, sin desperdicio, de piezas de unos pocos micrómetros. Ahorro en materias primas y CO2 suponen, según la empresa, un 50% y un 30% respectivamente en comparación con la metalurgia convencional.
La fábrica de 3.000 metros cuadrados que se construirá en Versoud (Isère), a pocos kilómetros de Grenoble, debe estar operativa en 2025, con el objetivo de producir 2 millones de piezas el primer año, y 4 millones a partir de 2026, para alcanzar la facturación deseada. de 25 millones de euros en el mismo plazo. “Nuestra recaudación de fondos debería permitirnos montar una línea de producción automatizada, con un aumento de las cantidades producidas y de la rentabilidad a largo plazo”explica el señor Gravier.
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